El pulso japonés

Si hay un arte de la guerra o una disciplina militar que requiera un grado de precisión absoluto, sin duda se trata de la figura del francotirador. Es un tirador de élite, una pieza estratégica para cualquier ejército de infantería que se precie.

La historia nos dice que los primeros francotiradores pudieron ser japoneses, allá por el siglo XVI, entrenados como una fuerza independiente de una clase diferente de ninja o shinobi.

Se usaban inicialmente para cubrir la retirada de las tropas o para alcanzar objetivos estratégicos en las filas enemigas tales como oficiales.

Una muestra de ello, es la muerte a manos de un francotirador del ejército de Tokugawa Ieyasude, de uno de los señores de la guerra más míticos que ha existido, Takeda Shingen (1521-1573). Cualquier muerte de un oficial de rango puede decidir la batalla al causar un gran daño psicológico a sus tropas.

Actualmente, el francotirador sigue manteniendo una función vital en la guerra moderna, cada vez más táctica y metida dentro de las ciudades.

El sorprendente rifle tipo 97 calibre 6,5 mm destaca por ser de muy poca utilidad si no es usado por un tirador de élite japonés. Un calibre muy pequeño para conseguir grandes distancias y una óptica austera y poco precisa, lo convierten en un rifle francotirador práctimante amateur. Pero... fijémonos en algunos sorprendetes detalles.

Como puede verse, las ayudas ópticas de la mira telescópica sugieren correcciones de 20 metros horizontales. Para que se necesaria una corrección de ese tipo, la bala, al menos, debería volar a más de 1500 metros de distancia hasta el objetivo. Si tenemos en cuenta que la fiabilidad de los modernos rifles M40 del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos y el británico L96/AWM se sitúa en un tirador experimentado entre los 750-850 metros... ¿cómo es posible que un rifle de una balística claramente inferior y menos pesada y una óptica casi de juguete permita hacer correcciones por encima de los 1500 metros? ¿son demasiado optimistas los japoneses?

La respuesta es no. Las habilidades que debe dominar un tirador de élite son la absoluta concetración, el dominio de los elementos (velocidad del viento, posición del sol, humedad del aire), precísión en el tiro...

El tirador de élite japonés, gracias a sus avanzadas técnicas de meditación Zen puede conseguir una comunión perfecta entre su cuerpo y su espíritu, convertirse en un elemento más y fluir de manera conjunta con el mismo viento, ser el mismo sol, rotar con la misma tierra en un mismo movimiento... Puede controlar su cuerpo, contener su respiración, relajar sus pulsaciones hasta prácticamente detenerlas...

En definitiva: se convierte en la misma bala.

En esas condiciones, es posible hacer blanco por encima de los 1500 metros.

La enseñanza de hoy es que, la comunión entre cuerpo y espíritu que tan bien domina el francotirador japonés, como a él, nos ayudará a conseguir objetivos muy lejanos con limpieza, aunque los demás crean que estos sean imposibles o inalcanzables.

1 comentarios:

Vogelfrey dijo...

Solo una pregunta al Sargento chusquero: ¿Los francotiradores tambien gritan su nombre antes del combate?
Porque a mi me parece que hay un punto de cobardía en esta forma de caza del enemigo.
Sea el sniper de donde sea.

Kurt