Kenichi Uchino. In Memoriam.

9 de febrero de 2002. Fábrica Tsusumi en la ciudad Toyota, prefectura de Aichi.

Kenichi Uchino, un mando intermedio de Toyota de 30 años de edad, se desploma fulminantemente y muere en el suelo de la fábrica. La autopsia no deja lugar a la duda: paro cardiaco.

Lo que para Toyota fue una muerte laboral, para Hiroko, la viuda de Kenichi, fue un claro caso de 'Karoshi'. Es un término socio-médico que solo existe en Japón, y su traducción más o menos literal sería 'muerte por exceso de trabajo'. También se emplea para designar un accidente laboral que cause la invalidez permanente y, en especial, a los infartos cerebrales producidos por exceso de trabajo.

La legislación laboral japonesa determina que para poder solicitar la indemnización por 'Karoshi' se debe acreditar que el fallecido ha trabajado 100 o más horas extra, durante el mes anterior a su muerte. Hiroko, que apenas había visto a Kenichi el mes anterior "solía abrir la puerta de casa al alba, tan cansado que no lograba ni desayunar, sonreía bastante menos y solo era feliz cuando dormía", decidió denunciar el caso al Ministerio de Trabajo. Si conseguía demostrar que su marido había fallecido por Karoshi, la indemnización ascendería a 84 millones de yenes (520.000€)

La autoridad nipona no creyó a Hiroko y desestimó su petición. Alineándose junto al gigante Toyota, dio la razón a la empresa dando por buenas las 45 horas extra que el constructor japonés declaró en el juicio.

Hiroko, con 32 años y 2 hijos de 2 y 4 años de edad, decidió emprender una guerra legal y finalmente, casi 6 años más tarde, el Tribunal de Distrito de Nagoya le dio la razón.
Los jueces confirmaron que Kenichi había trabajado 114 horas extra el mes anterior a su muerte, y 60 horas extra de media en los meses anteriores.

Kenichi se desplomó a las 4 de la madrugada, cuando su turno en el control de calidad del célebre Prius había acabado 3 horas antes en Tsusumi.

El anuncio de la muerte de un ingeniero de Toyota por Karoshi en la prensa de hoy me hizo recordar esta historia. La historia de Kenichi y Hiroko.

Actualmente Hiroko lucha por defender la causa de aquellos que como su marido fallecieron víctimas de la sobreexplotación japonesa, víctimas de Karoshi.

El Consejo Nacional de Defensa de las Víctimas del Karoshi, institución que ayuda a los familiares de las víctimas a obtener compensación y en muchos casos librar interminables batallas judiciales, considera que cada año mueren 10.000 trabajadores víctimas del karoshi.
La presión internacional y la epidemia de karoshi desatada en Japón en los últimos años obligó al Ministerio de Trabajo japonés a reducir la jornada semanal de 48 a 40 horas, como en España, en 1987, recomendar (que no exigir) un número máximo de horas extras, establecer directrices más precisas que definieran el karoshi y facilitar la asignación de compensaciones económicas a las víctimas.

Sin embargo, estas medidas no son más que una capa de maquillaje que oculta un abuso de poder generalizado. Cerca de seis millones de japoneses trabajan 60 o más horas extras al mes y sólo la mitad aprovecha todas sus vacaciones pagadas. Uchino era uno de ellos.


La Unión Europea ha aprobado recientemente la jornada laboral de 65 horas semanales.

Va por tí, Kenichi


Imagine

Imagina que no existe el Cielo
es fácil si lo intentas
sin el Infierno debajo de nosotros
arriba de nosotros, solo el cielo

Imagina a toda la gente viviendo el hoy...
Imagina que no hay países
no es difícil hacerlo
nadie por quien matar o morir
ni tampoco religión

imagina a toda la gente
viviendo la vida en paz...
Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único
espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo vivirá como uno

Imagina que no hay posesiones
quisiera saber si puedes
sin necesidad de gula o hambre
una hermandad de hombres

imagínate a toda la gente
compartiendo el mundo
Puedes decir que soy un soñador
pero no soy el único
espero que algún día te unas a nosotros
y el mundo vivirá como uno

Jhon Lennon

1 comentarios:

Vogelfrey dijo...

Yo leí hoy la noticia también. Al final igual hago alguna reflexión, pero ahora te diré lo que me vino a la cabeza en el primer momento.

No te va a gustar.

Es culpa nuestra, de los trabajadores. Tenemos lo que nos merecemos. Hemos elegido el camino del individualismo y hemos picado el cebo del aburguesamiento. En vez de alinearnos con nuestros compañeros, creemos que seremos capaces de seguir un camino individual al exito y al triunfo.

Vale, ya sé, tenemos la excusa de la precariedad del mercado laboral, la desconfianza hacia los sindicatos y muchas otras.

Pero hay un hecho cierto, cuanto más haces, cuantas mas horas extras, cuanto más colaboras y te ofreces... más te putean, más te exigen y más faena te dan.

Es un hecho de la experiencia, que los trabajadores que viven bien son los que no se dejan seducir por los cantos de sirena.

Trabajar ha de ser un contrato entre iguales... ya, hay una situación de desventaja, pero tambien hay mil herramientas para preservar tu integridad.

El que hace 45 horas extras al mes está vendiendo su alma, su salud y su vida al diablo. A veces, para pagar la letra del tv de plasma.

Ah, una última cosa, que nadie se lleve a engaño, aquí, en Europa, en España, se hacen muchas horas extras.... más de las 80 legales. Muchas más.

Quien quiera, que siga mirando para otro sitio.

Lo siento por Kenichi, lo siento por su familia.

Yo, la primera vez que me pidieron hacer horas extras dije que no podía. Y sigo trabajando en ese mismo sitio. Y sigo sin hacer horas (siete u ocho al año).

Y que jodan a las putas horas extras. Que contraten más gente, que se organicen mejor.

Kurt
Felicidades por tu artículo. Lamento parecer insensible. Si tengo capacidad pondré un post sobre las Horas Extras, agradeceré tu opinión.